La Constitución puede mejorar, pero no sustituir

Por: Carlos Hakansson Nieto 

Doctor en Derecho (Universidad de Navarra). Profesor de Derecho Constitucional e Integración (Universidad de Piura). Titular de la Cátedra Jean Monnet (Comisión Europea).

La institucionalidad democrática demanda que también reparemos en el estilo de comunicación que trasmiten los candidatos presidenciales durante una campaña electoral. Las respuestas sobre cómo mejorar la salud, educación, seguridad y cómo captar más inversión para alcanzar el bienestar general es lo esperable en toda contienda; sin embargo, cuando añaden el cambio de la Constitución las alarmas de la institucionalidad y ciudadanía deben sonar al unísono, pues suponen un golpe a las reglas de juego básicas que todo político se compromete a respetar de llegar al poder. Recordemos que el presidente de la República electo, tras juramentar la Constitución, asume la jefatura de Estado y gobierno bajo sus límites sustanciales y procedimentales. Si bien la Constitución permite la consulta popular para reformarse, total o parcialmente (artículo 32 CP), ello se realiza en el marco del procedimiento de reforma previsto (artículo 206 CP). La consulta popular debe aprobarla el Congreso y no está permitido convocar una nueva asamblea constituyente. Toda propuesta de reforma constitucional es fruto del amplio consenso de las fuerzas políticas; de no lograrse acuerdo para reformar un artículo, capítulo o título será señal de su continuidad en el tiempo. 

La propuesta política de un candidato presidencial para convocar una nueva asamblea constituyente no forma parte del contenido de un programa de gobierno. La Constitución es el pacto que garantiza la predictibilidad de las decisiones políticas respetando las libertades. Es un atentado a la institucionalidad negarse a observar las reglas de juego elementales para la dinámica política entre ejecutivo y legislativo. Las disposiciones constitucionales son el punto de partida para darle actividad a la discusión política en libertad, que se resume en el gobierno de las mayorías respetando a las minorías. La Constitución puede mejorar, pero no sustituir.

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